jueves, 31 de enero de 2013

EL MAESTRO ES UN GUIA



“EL MAESTRO ES UN GUÍA”

 Por: Esther Alexandra Garwer

Si parto de las premisas que me indican por una parte que, maestro es aquel al que se le reconoce una habilidad extraordinaria en la materia que instruye, debiéndose entender que lo anterior no es sinónimo forzoso de “docente”, a quien en materia de educación en cualquiera de los niveles de instrucción, se visualiza como un agente efectivo en el proceso de enseñanza-aprendizaje, dadas sus habilidades y formación para transmitir sus conocimientos en determinada ciencia o arte a sus estudiantes de la mejor forma posible, haciendo uso de diversos medios, dinámicas, técnicas y herramientas de apoyo en el franco ejercicio de su dedicación y profesión, mismo que a su vez puede ejercer dentro de cualquier instancia pública, privada o por su propia cuenta (como profesional libre o bajo la modalidad de una contratación específica con su empleador); y que por otra, guía es aquella persona o todo aquello que tiene por objetivo y fin conducir, encaminar y dirigir algo para que se llegue a buen puerto seguro en la actividad o cuestión que se realice de acuerdo al contexto en lo cual se desee aplicar.

Ahora bien, basada en todo lo antes apuntado, es menester de mi parte previo a exponer o concluir según mi criterio personal acerca de que, si “el maestro es un guía” plantearme las siguientes interrogantes: 1).- ¿Todo lo que guía puede atribuírsele a la labor de un maestro?, 2).- ¿Y todo aquel que se nos presenta como maestro es capaz de guiar? De ser así, respondiéndome reflexivamente sobre la primer interrogante encuentro que, objetos como mapas, documentos históricos, libros y archivos de temas variados, guías telefónicas, torres de control, señales de tránsito, historiales médicos, expedientes personales, registros nacionales de identificación de personas, cumplen con la eficaz función de guiar de conformidad al interés y objetivo específico de quien busca datos amplia y suficientemente útiles para sí, su comunidad o la actividad que desea concretar de acuerdo a su especialidad ¿debería todo o anterior ser considerado como “maestros” por la eficaz manera de guiarnos en la búsqueda de nuestro objetivo? Concluyo que, de ninguna manera. Ahora bien, tratando de resolver para mí misma, el segundo dilema planteado, diré que, en mi experiencia a lo largo de mis 36 años de vida, he conocido personas a quienes su oficio ha etiquetado como “maestros constructores o de obra”; “maestros cerrajeros”; “maestros ebanistas o carpinteros”; “maestro de la moda”; “maestro del balón pie”; “maestro mecánico”, ya que, más que por una instrucción formal reciba en alguna institución técnica, la adquirieron por la transmisión de conocimientos generacionales, los cuales suelen ser resultado de una tradición y ocupación familiar que han aprendido satisfactoriamente he ido desarrollando así como mejorando con el paso de los años de manera hábil su destreza impregnada de notoria extraordinariedad en la materia que ejercen y que a su vez continúan transmitiendo de una generación a otra, bajo los mismos estándares de dedicación, consejos en la forma de inducir al aprendiz en la preparación, las orientaciones dadas a lo largo del proceso relacionadas al debido y correcto cuidado de la acción que se ejerce, el análisis y observación, perfección, incentivo a la creatividad y arte así como las implicaciones que en relación a la responsabilidad de la entrega de un producto bien acabado asumen. ¿Son éstos personajes sin instrucción formal a quienes respetamos por su innegable destreza y habilidad en el arte de cualquiera que sea su oficio “maestros”? Yo pienso que sí.

En conclusión: No todo guía representa la transmisión de una habilidad extraordinaria generada por un maestro. Pero un maestro aún y cuando no cuente con la formación técnica o profesional pero sí sea en él reconocida su invaluable experiencia y notoria habilidad y destreza, puede perfectamente ser un guía en la materia que instruye. ¿Por qué tal afirmación? Simple: porque un mapa, el contenido de libros, las señales de tránsito, las trasmisiones en clave, lo gráfico e iconográfico, etc., aunque en útil y buena medida nos pueden orientar, no son capaces de dedicarnos cálidamente el consejo requerido en caso de duda, o la orientación a seguir en caso de no tener claro el límite de nuestro objetivo, o la explicación lógica y coherente en el proceso de prueba y error. Esto porque lo anterior simplemente constituye una parte de las frías representaciones de experiencias o indicaciones plasmadas en los textos, la mayoría de ellas universalizadas en formas de leyes, fuentes, códigos y señales, proporcionadas para ser utilizadas pero no para ser admiradas como sujetos de imitación o discipulado. De allí nuestra inherente necesidad de apreciar la guía a ése sentido de seguridad o confianza, asesoría y apoyo que sólo la figura de un hombre o mujer hábil, talentoso, único e invaluable, es capaz de impulsarnos, inspirarnos, corregirnos y alentarnos a proseguir en ése viaje, donde esperamos concluir de forma acertada, garantizada y segura el atracamiento final y exitoso de nuestra aventura a puerto seguro.  

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